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HOY CUMPLE AÑOS UNA PERSONA MUY ESPECIAL

Habia una vez una niña muy muy especial que hasta hacia sonreir a las hormigas. Se llamaba Montserratina aunque todos la llamaban Gelatina.  Cada mañana, para despertarse, sus papás abrian con suavidad los grandes ventanales de su habitación y los cisnes, las flores y demás animales le daban a la pequeña Gelatina los Buenos Dias.
Le encantaba mojarse bajo la lluvia y sonreirle a los grandes nubarrones que aún descargaban con más fuerza ante semejante actitud.

Sus papás estaban cansados de tener todo el dia la casa repleta de animalitos deambulando a sus anchas por todas las habitaciones, pero lo que ya no podia soportar el papá de Gelatina era que los ratoncitos y sobretodo un simpático hámster se comieran sus galletas favoritas. 

Así que decidieron regalarle un gato a Gelatina, pero no un gato cualquiera, no, sino un gato que decia Buenos Dias, así por las mañanas ya no tendrian que abrir los grandes ventanales de su habitación ni Gelatina tendria que hablar con todos los animalitos del bosque incluidas las flores y las nubes, la casa estaria despejada y las galletas intactas.

¡Buenos Días!, ¡Buenos Días!, ¡Buenos Días!, ¡Buenos Días!… repetia el gatito todo el dia.

El misino resultó ser chino, ¡si, cómo lo oyen! y los papás de Gelatina tenian que darle su comida con ¡palillos!, ver para creer… así que se pasaban todo el dia dándole de comer sin parar y no podian hacer otra cosa. Nuestra pequeña amiga empezó a sentirse sola pues ya no la cuidaban y tampoco podia hablar con sus amiguitos del Bosque.

¡Zao Shang Hao!, ¡Zao Shang Hao!, ¡Zao Shang Hao!, ¡Zao Shang Hao!… empezó a decir el gato un buen dia. Y entonces Gelatina no se despertó. Después de varios dias, sus papás se dieron cuenta de que su hijita no se levantaba de la cama y cuál fue su sorpresa cuando oyeron al misino hablar en chino. Cogieron al gato y comprobaron que efectivamente no hacia más que repetir «Buenos Días» pero en chino. Llegaron a la conclusión de que esa era la razón por la que Gelatina no se despertaba así que mandaron el gatito chino de vuelta a su país de origen.

Al dia siguiente, su papá volvió a entrar en la habitación de su hijita y abrió los grandes ventanales suavemente para que los primeros rayos de sol dibujaran una sonrisa en la dulce carita de su pequeña. Entonces fue cuando Gelatina despertó.